Sentía que debía reconciliarse
con su universo,
tumbarse en el suelo
y sentir el frío de la tierra
llamando a sus huesos,
cómo su pelo se hunde en el barro
simulando echar raíces,
esperar que pase el ocaso
y empiecen a brotar las estrellas
en el lienzo azabache,
con ansiedad infantil buscar la suya,
por ningún rincón aparece.
Siente un gélido puñal en el pecho
un desprendimiento de luna
con muy mala suerte.
Está claro, ha de hacer las paces
con su universo.
RMA
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