Algunos dicen
que cuando es dicha
la palabra muere.

Yo digo, en cambio,
que justo ese día
empieza a vivir.

Emily Dickinson.

Parafraseando a la Sra. Dickinson me gustaría que estos ripios que ahora comienzan a volar por sí mismos no mueran en el olvido, sino que sean capaces de anidar en el corazón de alguien que les de calor y cobijo.

No hay mayor haiku

 

 

 




Regala el alba

un hermoso rocío,

perlas de vida.

 

He pensado siempre que las personas a lo largo de nuestra existencia vivimos diversos amaneceres y cada uno con su explosión de luz, reflejándose esta en cada una de las perlas que conforman el rocío, con la añadida ilusión de qué será lo que nos deparará el nuevo día.

Uno de esos amaneceres, que como siempre se gesta en la noche, en casa de un gran amigo y una mejor persona, me hice hermano en una Hermandad que me regalaría muchos momentos de los buenos, de los que enganchan y te llenan.

Cuando hablan del Rocío, suelen salir en televisión cuatro famosillos dándose golpes de pecho pues ellos son más que nadie, se habla de su fiesta continua y de astronómicas cifras de consumo de bebidas, también de cuantos caballos mueren a manos de los insensatos e inhumanos que no son capaces de apreciar la belleza de tan noble ser.

Eso no es el Rocío.

Pocos van al origen, a lo que sería el motivo de peregrinar hasta allí, muy pocos reparan en que la mayor satisfacción y regocijo se obtiene dejándote envolver por la luz que irradian los ojos que un día alumbraron a Dios en un pesebre y pocos reparan que esa luz te llega,  reflejados en los ojos del esforzado hermano que comparte contigo el Camino.

Muy pocos aprovechan el Camino para avanzar en ese viaje interior que propone ese faro que desde las Marismas lanza destellos a nuestras vidas.

No voy a ser yo, ahora, quien se de golpes de pecho o a pretender ser más que nadie, siempre he dicho que no se cantar ni bailar, ni hace falta caballo para ir al Rocío, menos cuando llevo tiempo sin ir a verla, quizás también, porque se que como buena Madre logrará perdonármelo, mas, no hay día que no la tenga en mente. Es una espina clavada, que duele lo suyo, pero que a la vez actúa como si fuese un gotero que alimenta la necesidad de volver a plantarme a sus pies y al abrigo de su mirada musical una mirada.

 

Doce del viernes

solo la luz de tu rostro

¡Salve Reina!.

 

Brillos de plata

regala la carreta

a quien la mire.


Da a su hermano

su medalla del Rocío,

no puede este año.

 

El agua mece

la barcaza en el río,

dulce camino.

 

Tras el Ángelus

montan el campamento,

duro camino.

 

Suenan las palmas

de la Hermandad de Cabra,

junto al fuego.

 

Velan los pinos

el sueño del romero,

techo de estrellas.

 

La bruma al alba

desdibuja las formas,

pasito a paso.

 

Marchan carriolas

en fila India, las mulas

abren camino.

 

Rayos de sol

la carreta acarician,

visten de plata.

 

Hielo y seven up,

Hierbabuena y vino

¡Ya hay rebujito!.

 

Atrapa el nido

sonrisas y miradas

de los romeros.

 

Copas de fuego

en los pinos dibuja,

ocaso cálido.

 

Salva el relente

debajo de su carreta,

sueña camino.

 

Busca en el cielo

entre miles de estrellas

a su Rocío.

 

Vela los sueños

fatigados del camino,

pálida luna.

 

 El Simpecado

con las brumas del alba,

aúna plegarias.

 

Polvo , camino,

Apuñala el sol la piel,

¡Umm! ¡Rebujito!.

 

 Primera meta,

cruzar vado del Quema,

bautizos, llantos.

 

Alivio de pies

la corriente del Quema,

cantan cigarras.


Pesados pasos

se clavan en la arena,

sobrevuelan...

 

 De raya a raya

camino es lo que toca,

roncas las voces.

 

Se hunden las ruedas

en la arena, en la raya,

corazón ¡Vuela!.

 

Pies cansados

cargados de ampollas

¡Allí el Rocío!

 

El viento agita

las copas de los pinos,

suenan las palmas.

 

 

Noche en Palacio

ilumina el Simpecado

la luna llena.

 

Ves el camino

con los ojos de tu gente,

vivo reflejo.

 

El puente salva

el cauce del arroyo,

salva el alma.

 

Es de madera,

es puente y es puerta

del paraíso.

 

Crujen maderas

del puente del Ajolí,

vuelan plegarias.

 

Llevan hermanos

carreta y Simpecado,

van en volandas.

 

Vuelan campanas

ya pasa el Simpecado,

callan los pájaros.


Una espadaña 

con sus cuatro campanas, 

perfil rociero.

 

El frío hierro

en la frente, en el alma

tu mirada.

 

 Beben caballos

dulce agua en la marisma,

la luna brilla.

 

Se humilla el buey

al llegar a tu puerta,

Divina Reina.

 

Suenan cohetes

eclipse de estrellas,

la Reina sale.

 

Vas en volandas

portando el Simpecado,

a tu encuentro.


Pentecostés

dos Rocíos al alba

¡Qué gozada!.

 

Alzan plegarias

las almas, eufóricos,

mudos los labios.

 

Solo para ti

hay luz en los ojos

de los Romeros.

 

Ríos de lágrimas

surcan las mejillas

a tu encuentro.

 

 Bártulos recogen

en la casa Hermandad,

camino vuelta.

 

Camino de vuelta,

la flauta y tamboril

ya no se oyen.

 

De nuevo en casa

agotado el cuerpo,

repleta el alma.

 

A mis hermanos, por el reflejo que un día vi en sus ojos del amor de la Virgen.

                                                                                               RMA


Foto Rocío.com

 

 

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