Regala el alba
un hermoso rocío,
perlas de vida.
He pensado siempre que las personas a lo largo de nuestra
existencia vivimos diversos amaneceres y cada uno con su explosión de luz,
reflejándose esta en cada una de las perlas que conforman el rocío, con la
añadida ilusión de qué será lo que nos deparará el nuevo día.
Uno de esos amaneceres, que como siempre se gesta en la
noche, en casa de un gran amigo y una mejor persona, me hice hermano en una
Hermandad que me regalaría muchos momentos de los buenos, de los que enganchan
y te llenan.
Cuando hablan del Rocío, suelen salir en televisión cuatro
famosillos dándose golpes de pecho pues ellos son más que nadie, se habla de su
fiesta continua y de astronómicas cifras de consumo de bebidas, también de
cuantos caballos mueren a manos de los insensatos e inhumanos que no son
capaces de apreciar la belleza de tan noble ser.
Eso no es el Rocío.
Pocos van al origen, a lo que sería el motivo de peregrinar
hasta allí, muy pocos reparan en que la mayor satisfacción y regocijo se
obtiene dejándote envolver por la luz que irradian los ojos que un día
alumbraron a Dios en un pesebre y pocos reparan que esa luz te llega, reflejados en
los ojos del esforzado hermano que comparte contigo el Camino.
Muy pocos aprovechan el Camino para avanzar en ese viaje
interior que propone ese faro que desde las Marismas lanza destellos a nuestras
vidas.
No voy a ser yo, ahora, quien se de golpes de pecho o a
pretender ser más que nadie, siempre he dicho que no se cantar ni bailar, ni hace
falta caballo para ir al Rocío, menos cuando llevo tiempo sin ir a verla,
quizás también, porque se que como buena Madre logrará perdonármelo, mas, no hay día que no la tenga en mente. Es una espina clavada, que duele lo suyo,
pero que a la vez actúa como si fuese un gotero que alimenta la necesidad de
volver a plantarme a sus pies y al abrigo de su mirada musical una mirada.
Doce del viernes
solo la luz de tu rostro
¡Salve Reina!.
Brillos de plata
regala la carreta
a quien la mire.
Da a su hermano
su medalla del Rocío,
no puede este año.
El agua mece
la barcaza en el río,
dulce camino.
Tras el Ángelus
montan el campamento,
duro camino.
Suenan las palmas
de la Hermandad de Cabra,
junto al fuego.
Velan los pinos
el sueño del romero,
techo de estrellas.
La bruma al alba
desdibuja las formas,
pasito a paso.
Marchan carriolas
en fila India, las mulas
abren camino.
Rayos de sol
la carreta acarician,
visten de plata.
Hielo y seven up,
Hierbabuena y vino
¡Ya hay rebujito!.
Atrapa el nido
sonrisas y miradas
de los romeros.
Copas de fuego
en los pinos dibuja,
ocaso cálido.
Salva el relente
debajo de su carreta,
sueña camino.
Busca en el cielo
entre miles de estrellas
a su Rocío.
Vela los sueños
fatigados del camino,
pálida luna.
con las brumas del alba,
aúna plegarias.
Polvo , camino,
Apuñala el sol la piel,
¡Umm! ¡Rebujito!.
cruzar vado del Quema,
bautizos, llantos.
Alivio de pies
la corriente del Quema,
cantan cigarras.
Pesados pasos
se clavan en la arena,
sobrevuelan...
De raya a raya
camino es lo que toca,
roncas las voces.
Se hunden las ruedas
en la arena, en la raya,
corazón ¡Vuela!.
Pies cansados
cargados de ampollas
¡Allí el Rocío!
El viento agita
las copas de los pinos,
suenan las palmas.
Noche en Palacio
ilumina el Simpecado
la luna llena.
Ves el camino
con los ojos de tu gente,
vivo reflejo.
El puente salva
el cauce del arroyo,
salva el alma.
Es de madera,
es puente y es puerta
del paraíso.
Crujen maderas
del puente del Ajolí,
vuelan plegarias.
Llevan hermanos
carreta y Simpecado,
van en volandas.
Vuelan campanas
ya pasa el Simpecado,
callan los pájaros.
Una espadaña
con sus cuatro campanas,
perfil rociero.
El frío hierro
en la frente, en el alma
tu mirada.
dulce agua en la marisma,
la luna brilla.
Se humilla el buey
al llegar a tu puerta,
Divina Reina.
Suenan cohetes
eclipse de estrellas,
la Reina sale.
Vas en volandas
portando el Simpecado,
a tu encuentro.
Pentecostés
dos Rocíos al alba
¡Qué gozada!.
Alzan plegarias
las almas, eufóricos,
mudos los labios.
Solo para ti
hay luz en los ojos
de los Romeros.
Ríos de lágrimas
surcan las mejillas
a tu encuentro.
en la casa Hermandad,
camino vuelta.
Camino de vuelta,
la flauta y tamboril
ya no se oyen.
De nuevo en casa
agotado el cuerpo,
repleta el alma.
A mis hermanos, por el reflejo que un día vi en sus ojos del
amor de la Virgen.
RMA
Foto Rocío.com
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