Voy a apropiarme de una palabra y es que me quedé prendado
de ella en cuanto mis pupilas la descubrieron y la perezosa de Noia (mi única
neurona) logró descifrarla.
Fue en un ameno rato de lectura y risa con el insigne
Marqués de Sotoancho. Atardecielos, me resultó evocadora, trajo a mi memoria
esos apasionados cielos, que tanto me gustan, sangrientos cielos, los cuales, siempre que he tenido
oportunidad me he procurado en disfrutar.
Son momentos de transición, donde la luz, cansada tal vez,
deja paso primero a la penumbra, para más tarde, a la más oscura y fría noche,
mas para que no perdamos la esperanza y poder guiarnos aún entre penumbras,
siembra la cúpula celeste de infinidad de estrellas.
… y todo por una palabra.
RMA
Demora el sol
adrede su agonía,
¡Vaya espectáculo!.
RMA
De rojo inflama
la tarde al horizonte,
planean vencejos.
RMA
Ojo avizor
planea la gaviota,
el sol se ahoga.
RMA
Llega a mis oídos
el transitar del viento,
comen murciélagos.
RMA
Pies en la arena
alocado guirigay,
chillan gaviotas.
RMA
Áureo se torna
el cielo al atardecer
luce un lucero.
RMA
Atardecer
llenas de tonos rojos
el ventanal.
RMA
Muere la tarde
envuelta en tonos rojos,
vuelan murciélagos.
RMA
Pura acuarela
el cielo de la tarde,
a un paso, estrellas.
RMA
Dorada aurora
sangriento atardecer,
día tras día.
RMA
Cae ya la tarde
incendio de colores,
canta el grillo.
RMA
Reminiscencia
del día que pasó,
cielo y sangre.
RMA
En el ocaso
exagera el silencio
la soledad.
RMA
Barre las nubes
el viento en las alturas
y el cielo alto.
RMA
No hay comentarios:
Publicar un comentario