Siempre se ha dicho que la fe mueve montañas y aquí podemos ver
que también las horada, tres naves excavadas en la piedra, la iglesia del Monasterio
de San Pedro de Rocas es única, con origen en el siglo VI como antiguo cenobio donde
retirarse para una vida de oración, cuenta con un suelo repleto de sepulcros, también
esculpidos en piedra y una apertura en el techo para que llegase la luz a su interior.
Unimos a esto el entorno maravilloso, coronado por su campanario,
como no, enclavado sobre una enorme roca.
Dando un paseo rodeados por ese verde tan típico del paisaje
gallego, llegamos también a la Fuente de San Bieito, donde mana el agua, como no
podría ser de otra forma, de entre las rocas.
Para no perdérselo.
RMA
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