Algunos dicen
que cuando es dicha
la palabra muere.

Yo digo, en cambio,
que justo ese día
empieza a vivir.

Emily Dickinson.

Parafraseando a la Sra. Dickinson me gustaría que estos ripios que ahora comienzan a volar por sí mismos no mueran en el olvido, sino que sean capaces de anidar en el corazón de alguien que les de calor y cobijo.

El amanecer de Shi

 


Jisei no ku

El Jisei es un poema típico de la cultura oriental que generalmente escribía una persona poco antes de morir, recordemos lo aficionados que eran los señores feudales a cortar cabezas y algunos japoneses al Hakiwaki, más popularmente conocido como Hara-kiri.

Con todo, el escribir este Jisei no era un ajuste de cuentas con la vida terrenal, ni con vivos o los no vivos, es un paso más en este universo del que somos parte y del que seguiremos formándola, recordemos que la energía no se pierde, solo se transforma y todos, todo es, somos básicamente energía. 

Aún así, espero que mi particular parca tarde en abrigarme, pues mi intención es escribir unos pocos.

No se si habrá suerte.


Devora la luz

siempre inmisericorde

la negra noche.

RMA 

 


No para el reloj 

la partida de un ser,

por ser querido.

RMA 



De repente

tornó el alba en ocaso

amargo día.

RMA 



Le dijo el sol,

cuando te busqué

estabas nueva.

RMA



Noche azabache

donde ulula el mochuelo,

bordada en piedra.

RMA



Estalla el agua

contra el cristal, resbala

por la mejilla.

RMA 



Se aferra el miedo

a la falda de esperanza,

ella tiene alas.

RMA



Al pie del árbol

duermen las hojas

su eterno sueño.   

RMA



A la noche

vacua desesperación,

inevitable.

RMA 



Sujeta su alma

amarra sus sentidos,

calla sus miedos.

RMA



Moribundo arde,

restan solo rescoldos

que ahogan cenizas.

RMA



Perla su frente

un miedo atroz al vacío,

contiene el pecho.

RMA



Borra las huellas

a su paso el viento,

solo desierto.

RMA



Hemos de andar

la senda que nos lleve

a nuestra luz.

RMA



De alba a ocaso

derrocha luz y vida,

fría la noche.

RMA



Huye la vida

de este valle de lágrimas,

queda el dolor.

RMA



Inesperada,

la soledad que deja 

la fría noche.

RMA



Ambiente gélido

chimenea apagada,

sólo cenizas.

RMA 



La espadaña

sostiene las campanas,

guarda las almas.

RMA



Mejor así,

dispuesto a la partida,

liviano y en paz.

RMA 



Es la ostra

a la que arrebatan su perla,

vacía queda y sin sentido.

RMA



Bajo cenizas,

yace un rescoldo que fue

cálido hogar.

RMA



Resuena el bronce,

grave, por tres veces,

baten las alas.

RMA



Llueve en su rostro

Siente la libertad,

Ceniza y barro.

RMA



Casa vacía,

al retornar tus pasos

no hay marcha atrás.

RMA



Y girará

tras cerrar las ventanas

lucirá el lirio.

RMA



En ruina física

nos transforma el tiempo,

nos deja en los huesos.

RMA



Pasarán frío

los huesos bajo tierra,

preciosas malvas.

RMA



Oscuro el verde

del esbelto ciprés,

muy bien comido.

RMA



Ya se fueron

dejaron un recuerdo,

regusto amargo.

RMA 



La hora del silencio 

llega irremediable,

todos pasamos.

RMA 



No quiero que me lloren,

quiero que me hagan reír.

No me valen las lágrimas

si estas son de dolor,

prefiero las que brotan

cuando bosa la alegría.

RMA 



Nos abandonó

demasiado pronto

la primavera. 

RMA 



Cae ya el sol

inocente en la tierra,

se eleva al cielo.

RMA



Inesperada 

es la soledad que deja

la fría noche.

RMA 



Y llegará,

igual que amanece

es ley de vida.

RMA 



Pura oscuridad

al final del ocaso,

mas, canta el gallo.

     RMA



Eso fue todo,

se impuso la vida,

llegó la noche.

RMA



Borran las olas

los pasos en la arena,

igual que el tiempo.

RMA 



Último grano

en el reloj de arena

la luz se apaga.

RMA 

 


Todo caduca,

el ocaso también

en un suspiro.

 RMA



Todos terminamos

pasando por el paciente 

cedazo del tiempo. 
                        RMA



Se fue antes
de terminar de llegar,
no floreció.
RMA


Esta es tu hora,

dijo indiferente ella,

siempre hay una hora.

RMA


Prácticamente
invicta, diose un paseo
la negra dama.

RMA


Bruma matinal
renace la esperanza,
triunfa la luz.

RMA


Mece el ciprés 

al son del aire su copa,

vuela alto el buitre.

RMA 



Se cansó la ola

frente al acantilado,

calma chicha.

RMA

 

Secos los pétalos

de una marchita flor,

cubren la tumba.

RMA


Yo pensaba

que en días de lluvia, 

con las alas mojadas,

no podían los ángeles 

levantar el vuelo.

Me equivocaba.

RMA 


Se pone el sol

llega la eterna noche, 

ulula el búho.

RMA 



Qué gozo

el saber que Dios

me hizo hormiguita

para disfrutar del alba.

RMA

 






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