Algunos dicen
que cuando es dicha
la palabra muere.

Yo digo, en cambio,
que justo ese día
empieza a vivir.

Emily Dickinson.

Parafraseando a la Sra. Dickinson me gustaría que estos ripios que ahora comienzan a volar por sí mismos no mueran en el olvido, sino que sean capaces de anidar en el corazón de alguien que les de calor y cobijo.

jueves, 3 de octubre de 2019

Hoy





Hoy os quiero hablar
de un pequeño paraíso
donde entre dos laderas
discurre un arroyuelo,
el Arroyo de “La Tejera”
y el paraje al que nosotros
conocíamos como “Las laeras “.

Existía un eucalipto enorme
de grueso tronco,
que con sus ramas parecía
que llegaba al mismo cielo
y parecía que se entretenía
peinando las nubes
que por allí discurrían.

Era el único lugar del mundo
donde podías tirarte
por el mítico “churricate”
¿Qué era eso? ¡muy sencillo!
un cartón, si lo encontrabas,
debajo del culo para intentar
salvar los pantalones
y como si fuese en tobogán
lanzarte ladera abajo
a ver hasta donde llegabas.

Hay un cerro en las afueras
que para nosotros era
más alto que el Himalaya,
ese cerro de la Atalaya
donde entre sus arbustos
había sitios con mucha leyenda,
un claro entre chaparros
era la “Calle de la amargura “
una piedra, nuestro particular
“Sillón de Rey” por supuesto, moro,
o aquella otra piedra
“La pisá el caballo”
que este en la roca
 dejó grabada, cual si fuese
la más tierna mantequilla.

Junto a “ La Atalaya “, el “Calvario”
con su ermita en lo más alto
y una cueva que a sus faldas
resultaba ser  la boca
del lobo más tenebroso.

Había que tener cuidado,
entre los muchos matojos
podía haber alguna “bicha”,
o en las piedras, debajo
“Alacranes” sanguinarios.

Eran ideales parajes
para practicar el tiro,
hecha la latiguera
con una horquilla de olivo
y dos tiras de goma
generalmente de la recámara
de algún neumático viejo,
la badana, por supuesto
del cuero de unos zapatos
también “requeteviejos”.

Donde, junto a cualquier arroyo
o la más simple de las acequias
cortabas una caña seca
y una vara de membrillo,
te fabricabas con ellas
una fabulosa escopeta
de caña, por supuesto,
con la que se conseguías
matar dos cosas
el tiempo y el aburrimiento.

Si encontrabas una cuerda
eras capaz de hacerte
un arco y tropecientas flechas,
¡Listos para entablar batalla
contra el insigne rey moro!.

Cuando no, con una simple
hoja de humilde caña
lograbas hacer un velero
que surcando las procelosas
corrientes de la acequia,
lograba con tus sueños
navegar hasta el ancho mar.

Un hermoso paraíso
donde las puertas tenían “grailla”
y los vecinos al atardecer,
en verano sacaban
al fresco, una silla
para allí en la calle
comentar los sucesos del día
mientras, revoltosos, los niños
correteando se perdían.

Un sitio donde el norte
no está al norte, sino a levante,
en lo más alto de un Picacho
con una Casita Blanca
que a toda la comarca
viene sirviendo de faro.

Hermoso paraíso este
¿Verdad?
¿O tal vez será la infancia?
                                      RMA


Glosario FITITÚ:
-Churricate: zona pendiente por donde dejarse caer.
-Bicha: serpiente.
-Alacrán: Escorpión, del árabe hispano “Al’agrab”.
-Latiguera: tirachinas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario