¿ Porqué triunfan las religiones, la lotería y las casas de apuestas?.
Es una pregunta que llevaba tiempo que me reconcomía, en realidad eran dos, pues, nunca se me había ocurrido formularlas como sólo una, pero al final, creo y es mi humilde opinión, que se podía formular todo junto, puesto que la respuesta puede ser válida para todos ellos y no es otra, que, lo que venden es ilusión y esperanza, dos de los estímulos más poderosos para la mente humana y con los que se nutre y engorda otro de los impulsores más potentes de la raza humana, los sueños.
A ver, a quién no le apetece por muy poco esfuerzo y un poco de suerte, de manera casi inmediata, un poco de dinerillo, para esa escapada al mar, o a la montaña o para darse un gran homenaje con los amigotes.
Hay otros que suenan conseguir un pellizquito un poco más gordo, con el que quitarse de en medio la hipoteca, o darle largas a la tartana que tiene por coche, con más años que el buggy de los Picapiedra.
Y es que la ilusión vende mucho, sino, qué me dices de la posibilidad de alcanzar el paraíso después de que algunos ya conocen el infierno en este valle de lágrimas (depende de la suegra que te haya tocado en suerte).
Pues bien, no es lo mismo pasar la vida eterna con Dios en el paraíso, buena compañía y mejor conversación, por lo visto, cuentan que sabe de todo, a estar todo el día de barbacoa, sin cerveza fresquita (allí no hay frigorífico que resista) y con un tío con leotardos, capa, cuernos y un tenedor gigante, cuando, para más inri, eres tú la “carnaca” que se pone en la parrilla, no hay color, la verdad.
Así que dos euritos a la primitiva y un “paternoster” nunca viene del todo mal, más que nada, para que la ilusión nunca decaiga.
Clarea el alba
la luz del nuevo día,
mueve el mundo.
RMA