Da gusto encontrar
en la estantería desvaída
donde amontonados
los libros viejos
ese ajado volumen
donde un lejano día,
del que igual
ni siquiera te acuerdas,
introdujiste una hoja,
tal vez una flor, que el papel
y la presión del tiempo
han marchitado
con extrema belleza,
que retorna en plenitud
a nuestra mente,
embriaga nuestras neuronas,
las zambulle
en un bucle temporal
que el tiempo y la memoria
han llegado a convertir
en idílico marca páginas
de un tiempo que por pasado
suponemos fue mejor.
RMA
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