¿Sale siempre derrotada
la felicidad?
¿Es tan frágil
como imaginamos?
O somos nosotros,
cristales de sal,
los reacios a sumergirnos
en un baño de felicidad
a quedar expuestos,
a creer que nos debilita,
por eso la ponemos
en el estante de arriba,
al que no llegamos,
al de los imposibles.
Pues es curioso
¿Tan frágil es?
Que sin llegar a tenerla
vivimos con miedo su pérdida,
que la buscamos con los ojos
y pretendemos comprarla
con la omnipresente cartera,
cuando lo suyo es saborearla
con tu gente
desde lo más profundo
de tu alma, sin medida
y sin miedo.
Su néctar no debilita,
nos fortalece el alma.
RMA
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