¡Qué alegría!
Ya se acercan esos días
en los que la felicidad
viene dada por decreto
y durante los mismos
hemos de querernos “un mucho",
lo suficiente para sobrevivir
a una opípara cena
sin despellejarnos vivos.
Unas fechas magníficas
para gastar lo que no tenemos
en “cositas" que igual
tampoco necesitaremos,
ebrios de tanta luz
como vemos por las calles,
donde en tropel acudimos
cual enjambre de mosquitos
al resplandor de una farola
para servir de festín
a obesos murciélagos
la mar de hambrientos.
Y mientras
con frío en el alma,
se desgañita un Niño
en un pesebre.
RMA
Y mientras
con frío en el alma,
se desgañita un Niño
en un pesebre.
RMA
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