Arranca el sol
destellos en el agua,
traza un velero.
RMA
Se nos sirve la vida
en precioso cáliz de oro
cuando lo que se nos administra
es puro y simple veneno,
pues, si es que hay algo cierto
es que ella es, quien siempre,
más muertes motiva.
Según mi filósofo de cabecera
para diñarla sólo hace falta
estar un poquito vivo.
RMA
Nace el agua amargamente
por las ventanas de luz
con la fuerza impotente
en no encontrar una salida
a esa presión insoportable,
que ahoga las entrañas
de manera impenitente.
Solo cabe la espera,
que el óxido irrefrenable
no reviente las ventanas.
RMA
¿Es la soledad
como la alegría
o la tristeza,
solo un estado mental?
¿O realmente no hay nadie?
RMA
Atardece, junto a la acequia un cañizal, donde los hortelanos acuden por cañas para luego "encañar" las judías y las tomateras, para que estas no estén tiradas en el suelo, venzan así la gravedad y sus frutos puedan crecer de forma adecuada.
Junto a esa acequia, un niño juega tirando guijarros al agua, viendo las ondas que crea en la corriente, imaginando que en lugar de una simple acequia, es un caudaloso río, que el cañizal, que en ocasiones cubre en parte el cauce, son gigantescos árboles de una lejana selva y las lagartijas, se asemejan bastante a cocodrilos feroces, hambrientos. Las ranas con su croar, lo transportan a lejanos oasis a lomos de estrafalarios camellos y el sol que se cuela entre las cañas y las hojas de una higuera cercana, le sumergen en un pequeño y cálido paraíso.
En estos mundos andaba, cuando se le acerca el hortelano e imaginando donde podría estar la mente del chiquillo, le dijo que si quería que le hiciese un barco que le llevase hasta el mar y de allí hasta el fin del mundo.
La cara del niño reflejó toda la alegría que inundó su corazón y el hortelano, con una sonrisa en los labios, cogió una hoja de caña y tras doblarla, con una pericia adquirida en su lejana infancia, realizó un barquito, lo posó en la corriente y este comenzó a navegar rumbo a la libertad que le ofrecía el mar.
Navega en aguas
cristalinas, rápidas.
Lecho de piedras.
RMA
Alzan alegre vuelo las campanas
con ellas, gorriones en desbandada,
Sábado Gloria, luminosa mañana
salen los más bellos ojos de Cabra.
Vuelan saetas con el llanto prendido
en la dura orfandad de una madre
que no llega a comprender muy bien
a qué la pérdida de su amado hijo.
Ya sobrecogidos los corazones
al paso de unos ojos y unas lágrimas
que destilan la grandeza del amor.
Elevan una súplica sus manos
a ese Dios que quiso aprender a amar
como solo sabe hacerlo a una madre.
RMA
Dolor invisible
virutas de sal
disueltas en agua
que ahogan el alma,
marjal de silencio
solo roto por hipidos
que arrastra el viento.
Fuga al infinito,
tras cruzar
bajo dinteles de piedra
en los que los números
se desdibujan
junto a tres letras
y sobre la tierra,
a dos aguas,
crecen malvas y jaramagos.
RMA
Todos los sitios brillantes
y los que no lo son
hace tiempo que supe
que no era por su luz,
eran brillantes, eso sí,
porque en ellos se refleja
la luz que irradian tus ojos,
el brillo de tu corazón,
la belleza de tu alma.
ILY.
RMA