El haz de luz
que atraviesa el cristal,
sostiene el polvo.
RMA
Me gustaría poder
mirarte a la cara,
escrutar en tus ojos
todo tu ser,
no andar mendigando
las migajas que vas soltando
por aquí o por allá.
Buscar entre multitudes
o en la estricta soledad,
un destello entre los ojos
una sonrisa, furtiva o no,
una lágrima rebosante
de intensa y pura emoción.
No tener que ir a buscarte
unos segundos al cielo
cuando aquí abajo
con las yemas de los dedos
podrías dejar acariciarte,
no esconderte entre miles
de quehaceres autoimpuestos
que más bien parecen
excusas para no buscarte
o para no darnos cuenta
que puedes no estar
tan lejos como pareces.
Me gustaría poder
mirarte a los ojos,
reconocerte,
Felicidad.
RMA
La rosa ofrece
terciopelo a la luz,
los afilados
aguijones reserva
para impúdicas manos.
RMA
Soledad, terrible palabra cuando no es deseada, llena de dolor y desamparo.
Cuando se busca, se desea que se detenga el mundo para poder saborearla.
Juego con las palabras,
pues mi neurona,
otra cosa, no sabe
qué hacer con ellas.
No se detiene en destriparlas
en meditar lo que quieren decir,
tan solo coge las letras,
las lanza al cielo
cual vil malabarista,
se enredan con las nubes,
revolotean con las gaviotas
y al ser de nuevo atraídas
por la gravedad esas letras
van atrapando retazos
de los sueños que la gente
lanza a un cielo de estrellas
o a un girón de blandas nubes
ruborizadas ante un sol
arrogante e impetuoso
y cuando al fin amerizan
mecidas por el oleaje
forman palabras la letras,
y aquellas, frases
y mi neurona con las redes
de la paciencia
con amor las recoge
y las traslada al inmaculado,
virgen, papel en blanco.
Volverá
igual que la noche
vuelve a caer
sobre el ocaso,
igual que la luna
cede su sitio al sol.
Volverá
y ahí estará para recoger
los cristales rotos
y formar con ellos
sobre el negro tapiz
algo parecido
a un cielo de estrellas.
RMA