Eterno carnaval, la vida,
juego de máscaras
donde al cambiar de sala
en esta mansión veneciana
también cambia la orquesta,
la música, la gente cambia.
Diferente ha de ser la máscara
bufón es la que ahora toca,
en el siguiente baile
noble ha de ser el porte,
tras la siguiente puerta
bien hay que aparentar
que se es muy responsable
amén de ser, de lo más formal.
Hay que pasar sin máscara,
así que la gente se aburre
y más pronto que tarde
es cuando se marcha.
La sala más concurrida,
“Dante", en su honor se llama
y aunque, de recién llegados
un mucho de miedo te invada,
conforme bajas los niveles
y los siete peldaños que los separan
la cosa se va poniendo
de lo más animada.
¡No veas qué de gente!
¡Y cuánto se divierten!
Así es la naturaleza humana,
un colorido juego de máscaras.
RMA