Nunca pensó, que pudiese
haber un mañana,
ni siquiera llegó a pensar
que pudiera existir un ayer.
La línea del tiempo
era un alambre de funambulista
y aunque sospechaba
que algo había que lo sustentaba,
nunca supo si fue el ayer
o tal vez, era el mañana.
La pértiga del equilibrio
si no andaba perdida
poco faltaba, sino a izquierda
o a derecha, iba lastrada.
De la red contra el miedo
nunca supo de su existencia,
desde el alambre, en las alturas
la red no se contempla.
Como si no hubiese
lugar a un mañana,
y no lo tenía,
ni lo tiene,
ni lo tendrá,
sólo tiene su alambre,
pasa delante
el pie de atrás.
RMA