El primer día
creó Dios la luz, después,
creó el hombre.
RMA
En la alta montaña, joven e impetuoso, raudo y cantarín, con fuerza transcurre entre las piedras, arrasa con todo y pavoneándose, lanza mil destellos de límpida luz.
No se detiene a pensar lo que va arrastrando por el fondo, que cuanto más crece, más impurezas suspendidas, corriendo entre sus aguas, más ahogados destellos en su superficie, menos cantarina su corriente, más monótona y ronca, en ocasiones susurrante es su voz.
Hay momentos donde ensancha su cauce, aminora su velocidad, encuentra la paz de un remanso, a medio camino y casi en soledad, se serena, suelta lastre, elimina las impurezas que le perturban, dejando se asienten muy en el fondo, al ganar serenidad ya no serán destellos, será un gran espejo donde reflejar todo el cielo.
Vendrán rápidos con sus estrecheces enturbiando sus bravas aguas.
Llegarán floridas riberas y ánades en bandadas, llegará el momento en que habrá de transformarse en ría o en marisma, o tan solo en una simple desembocadura que arribe al ancho mar.
Posará sus limos en el fondo, abrirá sus aguas para abrazar la inmensidad.
Sentirá el reflejo celeste y celeste será su reflejo.
Bebe el jilguero,
acaricia el sauce,
corre en tu cauce.
RMA
Mira hacia el cielo
se detiene una nube,
ni las estrellas,
reinas del firmamento
tienen reposo.
RMA
Torpe borroso
difuminado, camina
por la senda paralela al rio
sin saber dónde dirigir sus pasos,
si a nacimiento o si río abajo.
Pregunta a las sombras,
todas cuantas encuentra a su paso,
unas son de árboles
que protegen el cauce,
otras de fantasmas que transportan
los limos de la corriente,
otras tienen forma de ala delta
pues cuando la corriente
siente próxima la mar
intuye que igual ha de volar.
Pregunta a las sombras
mas ninguna responde,
tan solo son sombras,
así que torpe, borroso,
camina difuminando su sombra
por la senda paralela al rio.
RMA
Con el carmin de la rosa,
el níveo jazmín
y el aroma de la dama de noche
transcurre la película
de una infancia entre arriates,
macetas y jardineras
de juegos y carreras
de escondites y risas.
Bendito paraíso.
RMA
Imagina
que amanece un sol radiante,
imagina
sobre un prado inmaculado,
imagina
la roja luz en la nieve,
imagina
cuánta luz iridiscente.
No imagines
irradia un paisaje puro.
RMA
Hay un enclave privilegiado, en lo que es el paraíso, donde entre canteros y almorrones, la gente tenía a bien, levantar cuatro paredes y con vigas, cañas y tejas, inventarse un techo, un hogar, donde cobijar la familia.
Esos pequeños paraísos, dentro del paraíso, fueron cambiando con los años, cada vez menos almorrones y canteros, dolían mucho los riñones cuando estabas todo el día agachado pinchando lechugas, cogiendo patatas o arrancando zanahorias, así que se fue abandonado el cultivar la tierra y esas casas en las huertas fueron quedando vacías, era más cómodo vivir en el pueblo.
Esas casitas con los años se han convertido en chalés con su piscina y barbacoa, quedan muy pocas de las originales y esas pocas están medio derruidas, los años no pasan en balde y aunque la fachada parece aguantar, poco a poco, el agua, con la ayuda y paciencia del tiempo, va calando, pudriendo aquello que podía sostener el tejado, llega un momento en que colapsa, quedando tan sólo cuatro paredes, sin sentido para continuar en pié, pues el objetivo de resguardo de la intemperie se pierde al quedar las estancias a cielo raso.
Cielo pespunteado de mil estrellas y una pálida y lunatica Selene.
Pierde el tejado
lo que fue cálido hogar,
ya sin risas.
RMA
No protestan
ni tan siquiera hablan,
las emociones
en lo más hondo se sienten.
Corroen o edifican.
RMA