No estoy acostumbrado a la esperanza
y no creo que ello se acostumbrara a mi,
ella es como una brisa que te empuja,
yo soy un nadie, invisible, oscuro y gris.
Es como el alba y el ocaso, que existen
y lo saben porque la noche y el día
al darse el relevo así se lo dicen,
pues ellos verse, nunca se vieron.
Huyó, huyó de la compañía
de aquel niño, al oírle el alarido
cuando supo que tenía vida.
Nunca terminaremos de llevarnos bien
la esperanza y yo, ella verde y yo gris,
ella con alas y yo sin saber el fin.
RMA