Desde niños nos enseñan
la materia y los estados
en que esta se encuentra,
también que el cuerpo humano
está compuesto de ella,
sales, agua, carbono,
infinidad de sustancias
que en un perfecto
y frágil equilibrio
dan forma al milagro de la vida.
Pero no sólo la carne
da forma al hombre,
como tampoco Dios
le dió conciencia de vida,
fue la palabra.
Si algo no tiene nombre
no existe.
Si no se puede explicar
no existe.
A través de la palabra
nació lo abstracto,
y lo simple
dejó de tener encanto
y a través de la palabra
comenzaron a crecerle
la mayoría de sus males
al animalito “sapiens”,
aunque por suerte
y a través de ella
pudo descubrir la luz que emana
de gran parte de sus grandezas.
RMA