Roza el silencio
cada estrella del cielo,
la noche envuelve
entre sombras las parras
perla el relente
los párpados del alma,
la memoria vaga
los eternos paisajes
de la soñada infancia
dónde en el tórrido
y sofocante estío
dormir bajo aquella parra
se tornaba en aventura,
soñándote tuareg,
ese emparrado era
un inmenso oasis
aunque este se encontrara
en el patio de la casa
y el “Jefeíllo" de la expedición
por no llevar no llevaba
ni turbante ni flequillo
pero sí, el reflejo en sus ojos
de la alegre ilusión
de sus compañeros de aventura,
renacuajos imberbes
rodeando a su héroe
y con la total seguridad
que la princesa estaba
un piso más arriba.
Roza el silencio
las estrellas del cielo
y aquí a ras de suelo
continúa la aventura.
RMA