Llegaba yo, tan pancho
del cole, con mis vacaciones,
con gran revuelo en la calle
el anuncio: tienes
una nueva hermanita
recién salida de fábrica.
No se a que tanto alboroto
por una pepona rechoncha
que no habla, ni anda,
tan sólo llora, come y ca…
eso sí, en poco tiempo
se ganó el merecido hueco
con su linda carita
y su pelito negro
bueno, y también
con su media lengua
con la que renombró
la mitad de su universo,
porque papá o mamá
no tienen mucha historia,
pero rebautizó primero a Tente
y Guaguo, vino luego.
Por si fuese poco, ¡chata!
de ahí que siempre le dijimos
que el día que tuviese gafas
necesitaría una alcayata
para poder sujetarlas.
Esta bajita rechoncha
ahora mide uno ochenta
y tuvo la gran deferencia
de obsequiarnos con una réplica.
Por cierto, casi se me olvida
ya está pisando una década
en la de no mojarse la barriga.
¡Acaba de cumplir cuarenta!
Y lo peor
que desde que tiene
la lengua entera
adiós a lo de Guaguo.
¡Y se ha vuelto de besucona!
¡Será la edad!
¡Felicidades cuarentona!
GUAGUO