Está la nube cargada,
ojalá pudiera llover,
se está tornando grisácea
comienza el día a oscurecer.
Al topar con algún monte
esa nube se concentra,
hace todo cuanto puede
por sujetar la tormenta.
Lo inevitable vino a suceder
y con tal furia, la nube lloró,
que las flores aquel atardecer
inclinaron sus pétalos con dolor.
Exhausta,
vacía,
sin sentido.
RMA