Algunos dicen
que cuando es dicha
la palabra muere.

Yo digo, en cambio,
que justo ese día
empieza a vivir.

Emily Dickinson.

Parafraseando a la Sra. Dickinson me gustaría que estos ripios que ahora comienzan a volar por sí mismos no mueran en el olvido, sino que sean capaces de anidar en el corazón de alguien que les de calor y cobijo.

sábado, 13 de julio de 2024

No quiero acostumbrarme



No quiero acostumbrarme 

a echarte de menos.

Esos cálidos brazos 

que a cada tropiezo

me levantaban con una sonrisa de aliento,

esa voz que contó mil historias

de tiempos de posguerra y hambre, 

que me acunaron de niño,

que voló tras de mí desgañitada

por barrabasadas infantiles 

acompañando su vuelo rasante, 

a veces, unas zapatillas voladoras

ante la imposibilidad de correr

a nuestra infantil velocidad.

No quiero acostumbrarme 

a dejar de sentir esa entrega infinita 

de amor y perdón y que sólo,

con tal intensidad es capaz 

de llevar a cabo una madre.

No quiero acostumbrarme 

a llegar a casa y no encontrar 

de últimas, tu ajado envoltorio,

ni a encontrar esos ojos al llegar,

rebosantes de alegría por tenernos cerca

Temblando de emoción contenida.

No voy a acostumbrarme 

a echarte de menos,

pues aunque ya partiste 

nunca estarás lejos,

con cada latido 

que ya fue tuyo,

con cada mirada

herencia tuya,

con cada risa

de esas que te dejaban a oscuras,

con cada bromita

sobre lo que tú ya sabes

con las que nos doblábamos de risa.

Te fuiste, dejándome huérfano

pero solo un poquito,

te siento cerca,

tan cerca que vas conmigo 

donde quiera que vaya

y así será 

hasta mi último 

y postrer suspiro.

RMA




No hay comentarios:

Publicar un comentario