Canta el gallo
despide al rico sueño,
un nuevo día.
RMA
Es una autopista
de una sola dirección,
al carril izquierdo
si vas con prisa,
mas puedes ganarte
un gran coscorrón.
Por el derecho y a buen paso
saboreando el paisaje
plácidamente podrás
arribar a tu destino.
Una autopista, eso sí,
con un solo sentido,
no hay posibilidad
de la marcha atrás,
a lo sumo una mirada
casi furtiva, fugaz
a través del cristal
del espejo retrovisor.
RMA
Trepa la parra
aferrada al muro,
verdes los pámpanos
cual vegetales dedos
buscan grietas de piedra.
RMA
¿Sale siempre derrotada
la felicidad?
¿Es tan frágil
como imaginamos?
O somos nosotros,
cristales de sal,
los reacios a sumergirnos
en un baño de felicidad
a quedar expuestos,
a creer que nos debilita,
por eso la ponemos
en el estante de arriba,
al que no llegamos,
al de los imposibles.
Pues es curioso
¿Tan frágil es?
Que sin llegar a tenerla
vivimos con miedo su pérdida,
que la buscamos con los ojos
y pretendemos comprarla
con la omnipresente cartera,
cuando lo suyo es saborearla
con tu gente
desde lo más profundo
de tu alma, sin medida
y sin miedo.
Su néctar no debilita,
nos fortalece el alma.
RMA
Regala el alba
un hermoso rocío,
perlas de vida.
He pensado siempre que las personas a lo largo de nuestra
existencia vivimos diversos amaneceres y cada uno con su explosión de luz,
reflejándose esta en cada una de las perlas que conforman el rocío, con la
añadida ilusión de qué será lo que nos deparará el nuevo día.
Uno de esos amaneceres, que como siempre se gesta en la
noche, en casa de un gran amigo y una mejor persona, me hice hermano en una
Hermandad que me regalaría muchos momentos de los buenos, de los que enganchan
y te llenan.
Cuando hablan del Rocío, suelen salir en televisión cuatro
famosillos dándose golpes de pecho pues ellos son más que nadie, se habla de su
fiesta continua y de astronómicas cifras de consumo de bebidas, también de
cuantos caballos mueren a manos de los insensatos e inhumanos que no son
capaces de apreciar la belleza de tan noble ser.
Eso no es el Rocío.
Pocos van al origen, a lo que sería el motivo de peregrinar
hasta allí, muy pocos reparan en que la mayor satisfacción y regocijo se
obtiene dejándote envolver por la luz que irradian los ojos que un día
alumbraron a Dios en un pesebre y pocos reparan que esa luz te llegareflejadaen
los ojos del esforzado hermano que comparte contigo el Camino.
Muy pocos aprovechan el Camino para avanzar en ese viaje
interior que propone ese faro que desde las Marismas lanza destellos a nuestras
vidas.
No voy a ser yo, ahora, quien se de golpes de pecho o a
pretender ser más que nadie, siempre he dicho que no se cantar ni bailar, ni hace
falta caballo para ir al Rocío, menos cuando llevo tiempo sin ir a verla,
quizás también, porque se que como buena Madre logrará perdonármelo, mas cuando
no hay día que no la tenga en mente. Es una espina clavada, que duele lo suyo,
pero que a la vez actúa como si fuese un gotero que alimenta la necesidad de
volver a plantarme a sus pies y al abrigo de su mirada musitar una plegaria.
Doce del viernes
solo la luz de tu rostro
¡Salve Reina!
Brillos de plata
regala la carreta
a quien la mire.
Da a su hermano
su medalla del Rocío,
no puede este año.
El agua mece
la barcaza en el río,
dulce camino.
Tras el Ángelus
montan el campamento,
duro camino.
Suenan las palmas
de la Hermandad de Cabra,
junto al fuego.
Velan los pinos
el sueño del romero,
techo de estrellas.
La bruma al alba
desdibuja las formas,
pasito a paso.
Marchan carriolas
en fila India, las mulas
abren camino.
Rayos de sol
la carreta acarician,
visten de plata.
Hierbabuena y vino
¡Ya hay rebujito!.
Atrapa el nido
sonrisas y miradas
de los romeros.
Copas de fuego
en los pinos dibuja,
ocaso cálido.
Salva el relente
debajo de su carreta,
sueña camino.
Busca en el cielo
entre miles de estrellas
a su Rocío.
Vela los sueños
fatigados del camino,
pálida luna.
con las brumas del alba,
aúna plegarias.
Polvo , camino,
Apuñala el sol la piel,
¡Umm! ¡Rebujito!.
cruzar vado del Quema,
bautizos, llantos.
Alivio de pies
la corriente del Quema,
cantan cigarras.
Pesados pasos
se clavan en la arena,
sobrevuelan...
De raya a raya
camino es lo que toca,
roncas las voces.
Se hunden las ruedas
en la arena, en la raya,
corazón ¡Vuela!.
Pies cansados
cargados de ampollas
¡Allí el Rocío!
El viento agita
las copas de los pinos,
suenan las palmas.
ilumina el Simpecado
la luna llena.
Ves el camino
con los ojos de tu gente,
vivo reflejo.
El puente salva
el cauce del arroyo,
salva el alma.
Es de madera,
es puente y es puerta
del paraíso.
Crujen maderas
del puente del Ajolí,
vuelan plegarias.
Llevan hermanos
carreta y Simpecado,
van en volandas.
Vuelan campanas
ya pasa el Simpecado,
callan los pájaros.
El frío hierro
en la frente, en el alma
tu mirada.
dulce agua en la marisma,
la luna brilla.
Se humilla el buey
al llegar a tu puerta,
Divina Reina.
Suenan cohetes
eclipse de estrellas,
la Reina sale.
Vas en volandas
portando el Simpecado,
a tu encuentro.
Vuelan palomas
repican espadañas
en la marisma.
Pentecostés
dos Rocíos al alba
¡Qué gozada!.
Alzan plegarias
las almas, eufóricos,
mudos los labios.
Solo para ti
hay luz en los ojos
de los Romeros.
Ríos de lágrimas
surcan las mejillas
a tu encuentro.
en la casa Hermandad,
camino vuelta.
Camino de vuelta,
la flauta y tamboril
ya no se oyen.
De nuevo en casa
agotado el cuerpo,
repleta el alma.
A mis hermanos rocieros, por el reflejo que un día vi en sus ojos del
amor de la Virgen.
RMA
Sonreír no es olvidar,
es un canto de amor
al recuerdo de quien se fue,
a los buenos momentos
vividos y compartidos.
Sonreír no es olvidar
es recordar a quien se fue
que continúa estando aquí
y que aquí va a seguir,
alimentando la fuente
que surte nuestra vida
de una alegría plena
y una luz infinita.
RMA
Lo que es volátil,
esa parte que por siempre
a los ángeles pertenece,
ese es el éter
aquello que percibes
y a la par se evapora,
que contribuye a tomar conciencia,
de que existe
a la vez que te deja la duda,
por imposible, de ver,
de saber si es real
o simplemente es un sueño
que embarga tus sentidos,
que narcotiza tu realidad,
que te hace buscar,
necesitar esa parte
por nimia que sea,
aunque no te pertenezca,
aunque sea de los ángeles
y es que a todos nos gustaría
llegar a saborearla.
RMA
Los meses de canícula por aquí abajo suelen ser memorables,
aún ahora, cuando, como las ranas que saltan de charca en charca, nosotros
vamos de aire en aire (acondicionado se entiende), pues bien, vamos a intentar
hacernos una idea, en un pueblecito aún más al sur, donde lo más que existía
eran abanicos y los aires acondicionados no aparecían ni en las películas (para
que así no nos diese gana), la mejor manera de burlar un poco el calor, era
buscar una buena higuera, a poder ser junto a una acequia y en su sombra dejarte
arrullar por la corriente, o buscar un emparrado en el patio o en el llanete de
una casa. Si ya estabas en casa, lo mejor era buscar refugio en la sala baja,
donde menos osase a llegar la luz del sol, cerrar puertas y ventanas, bajar persianas
y cerrar cortinas y en esa penumbra, los más pequeños intentar hayar el sueño y
olvidar las ganas de juego.
En los días que más apretaba, las noches eran un suplicio entre
el calor y el sudor, la costumbre en mi casa, como tenía un gran emparrado en
el patio, era bajar un par de colchones y ponerlos en el suelo bajo la parra.
Para los más pequeños era toda una aventura y un juego el imaginarnos mil
viajes en los que teníamos que dormir bajo las estrellas.
Con los años, imagino, sería una gozada para mis padres, el sentir nuestras risas y
cuchicheos en la serena oscuridad de la noche, bajo un techo de hojas por donde
se colaban las estrellas, entre los colgantes e incipientes racimos de uvas y
la frondosidad de las hojas.
Por cierto, como no nos tapásemos se pasaba frío.
Si hay un paraíso
ese fue en la infancia,
noche emparrada.
RMA
Son mudos los pensamientos,
suerte, pues algunos
no son para pregonarlos,
pues siendo así, hay veces
que logran escandalizar
a quien llega a conocerlos.
RMA