Algunos dicen
que cuando es dicha
la palabra muere.

Yo digo, en cambio,
que justo ese día
empieza a vivir.

Emily Dickinson.

Parafraseando a la Sra. Dickinson me gustaría que estos ripios que ahora comienzan a volar por sí mismos no mueran en el olvido, sino que sean capaces de anidar en el corazón de alguien que les de calor y cobijo.

martes, 21 de diciembre de 2021

La ilusión

 

 

La ilusión, la ilusión en sí misma que vino a traernos un Dios con cara de niño, acompañada de amor, alegría e inocencia, creo que puede ser un breve resumen de su mensaje y para recordárnoslo en todo momento lo plasmó en forma de luz en los ojos y en la cara de todos los niños, más aún, se inventó la Navidad para hacerlo más evidente y a ver si de esa manera nos dábamos cuenta más a menudo.

Siempre oyes aquello de que con los años se gana en sabiduría (algunos, no todos) pero se pierde en inocencia e ilusión. A veces comparo el corazón de las personas con un vaso de aceite al que poco a poco se le va echando agua, eso que rebosa cuando ya no puede más, ya se sabe lo que es y por las venas circula una sangre cada vez más aguada por la “sabiduría” y la indiferencia.

De ahí la necesidad que tuvo de encarnarse y poner sus pies sobre la tierra (y su trasero en un pesebre) a recordarnos el amor y la alegría, la inocencia y la ilusión, que aunque no cotizan en bolsa, sí lo hacen en los corazones de esos adorables bajitos que corretean por nuestros hogares, iluminando cada rincón con la luz y la ilusión que irradian sus caritas y sus ojos, reflejo de los que un día iluminaron el mundo desde un pesebre.

De aquí a tres meses lo mataremos, para que así nos enseñe también las palabras perdón y esperanza.

Qué le vamos a hacer, la letra con sangre entra.

 

Brilla una estrella,

siendo fugaz, eterna.

Fría es la noche.

           RMA

 

 

 

 

 

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