Recuerdo de alguno
que acostumbraba
a guardar sus sueños
bajo la almohada,
esperando que estos
cobraran fuerzas
y así remontar
con ilusión el vuelo.
También recuerdo
como al final contaba,
que de tan buen recaudo
como el capullo estaba
y tanto tiempo estuvo,
que la mariposa
perdió sus alas,
de la prometedora crisálida
un enjambre llegó a brotar
de orugas hambrientas
y de cómo estas
le roían las entrañas.
RMA
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