Tus muros guardan
las voces,
los rezos del pasado,
los anhelos de un pueblo
no muy distante
del que ahora eleva plegarias
entre tus paredes,
del que te pide clemencia,
da igual en qué lengua
haga su llamada
o qué nombre utilice
para llamar a Dios,
ese Dios que habita
en ese cielo infinito
y en cada uno
de los corazones
que murmuran
para que tus muros
guarden sus plegarias.
RMA
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