El dolor que nos inocula
el tiempo, a martillazos
sobre un maldito émbolo
con ritmo de segundero.
Cuando se vuelven los ojos
al eterno retrovisor,
con la distancia
se convierte en irreal
y cuando ya, tan solo
divisamos un puntito
en una esquina del espejo,
llegamos incluso a pensar
si no se trata de un mal sueño,
de si pasó en realidad.
RMA
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