Llorar por lo inevitable
es perder el tiempo,
es luchar por el camino
para hacerlo transitable.
Una vez ya en marcha
disfrutar del paisaje,
saboreando cada paso
sintiendo en la cara el aire.
Es como lamentar,
que coqueto se esconda el Sol
con rubor tras el dulce ocaso,
mejor que estarse quieto
es disfrutar de la luz
que su presencia nos brinda,
que no llorar la oscura noche
que nos provoca su ausencia.
RMA
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