Alimenta su culpa
en la oscuridad de la noche,
el silencio hace de reclamo
a todos sus fantasmas
y el reparador lecho
muta en potro de tortura.
Su espalda se curva
incapaz de sostener su cabeza,
se siente incapaz
de alzar su mirada al cielo,
así, solo queda clavar
sus ojos en el suelo,
y en la planta de sus pies,
sentir, a través de ellos
el calor del averno.
RMA
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