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martes, 13 de agosto de 2024

Aún recuerdo

 

 

Aún recuerdo cuando de pequeño acompañaba al campo a mi padre y en las mañanas de invierno, cuando helaba, sentía crujir la blanca hierba bajo mis botas mojadas, al son de mis pisadas, a la par que en algunas ocasiones escuchaba algunas de sus sentencias como ¡Pobre la vejeta que no haya pillado terrón! Refiriéndose a la mínima protección que le hubiese brindado un terrón de tierra y que le pudiese haber librado de una, aun más intensa hipotermia. Entonces, al levantar la vista, había veces que me encontraba con el esqueleto de algún árbol y

 

cada recodo,

cada punta de rama,

contiene el llanto.

 

Y amanece, el día sigue su curso y cuando el sol abre los ojos y ahuyenta los últimos jirones de bruma, resurge la vida.

 

Diluye la luz

las perladas lágrimas

de mi rocío.

 

Y entonces la vejeta se olvida de su terrón y yo sigo regocijándome cuarenta años más tarde.

RMA

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