Cabizbajo
se aleja del mundo
oculto entre la gente,
quiere salir de escena,
quiere solo un regazo
donde evadir su mente
donde sentirse a salvo,
saberse invisible,
observador anónimo,
como el que a la ventanilla
de un expreso, mira
cómo corren los árboles
y las personas se alejan
irremediablemente con ellos,
llegando tan sólo a intuir
una esquina de su alma,
un bosquejo de su cara,
una sombra de su sombra
y con ellos, con el tiempo,
quizás, imaginar un poema.
RMA
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