Como cambian los años y la manera que tenemos de verlos, de
vivirlos, tan sólo hace falta echar un poco la vista atrás (para algunos ya va
siendo un mucho), pues bien como iba diciendo, los años, los cumpleaños más
bien, los esperábamos con ilusión, pasaban lentos, se hacían de rogar los puñeteros
¡tan solo uno al año! Juguetes, regalos, amigos, ¡eso sí que eran cumpleaños!.
Conforme van acumulándose en el serón, van menguando otras
cosas, regalos, amigos, la ilusión, eso sí, lo que va quedando suele ser mucho
más auténtico.
Igual puede que hasta quede un hueco para algún amor, y entonces
sí, ya tienes dos cumpleaños, uno cuando viniste al mundo y otro cuando tu mundo
cambió por completo.
Siguen pasando los años, aunque más bien creo que los que pasamos
somos nosotros y llegamos a considerar que vale, que llega el cumpleaños, velitas,
cenita, copitas y a ese serón, al que el tiempo le ha regalado un agujero, es por
donde sigue escapando la ilusión, siguen desapareciendo lo que antes eran amigos.
En esto reparas que en este circo hay un personaje vestido de
negro en el que nunca has querido fijarte y que su función consiste en el tiro al
blanco. Al fin reparas en él porque cada vez apunta más cerca y esos años que antes
casi daban fastidio, ahora intentas reparar todos y cada uno de los agujeros del
serón, para que no se te escapen, ahora vuelan y te hace ilusión coleccionar cuantos
sean posible, para así seguir acumulando años, sumando ilusión y enseñarlos con
orgullo, como esos generales, esos de pecho lata, que o bien les falta pecho y casaca
o les sobran cachitos de latón con forma de medalla con los que pavonearse cuando
hay desfile.
Años y cumpleaños no son nada en un desierto, por eso siempre
gusta que haya alguien que te ayude a soplar las velas y por supuesto antes a preparar la tarta,
no es el fin, como casi siempre, es el camino.
Miente el reloj
no es una hora contigo,
una hora sin ti.
Ilusionante
La luz
de un nuevo día,
Y están
tus ojos.
ILY
RMA
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