Erase una vez que se era
una oveja en un redil,
que aunque había a cientos,
ella, se sentía muy sola allí,
no llegaba a interesarle
tanto balido fútil
y si miraba en su torno
todo era en exceso volátil
nada estimulante para su neurona,
aprovechable, útil.
sin ser consciente de ello
poco a poco fue creando
una coraza infranqueable
gruñona y en exceso solitaria.
No llegaba a soportar
ni siquiera a comprender,
comer al mismo pesebre
y al volver la espalda, siempre,
alguna, balar de ella.
Su pelaje fue cambiando
como el día torna a la noche,
no así su alma, que
aunque sin alas,
pues no era un ángel,
aprendió a sobrevolar,
valiéndose de su imaginación,
por altos prados y montañas.
Por su color, bien distinta
la empezaron a señalar
¡Qué no albergaría su alma
para de negro acabar!
Tanto lo fue escuchando
que temió fuese verdad
pues llegó el día en que si alguien
al fondo de su alma
pretendía llegar,
soltaba un gruñido
y daba un paso atrás,
parecía mas bien un erizo
pues sacaba a pasear
una bonita colección
de “esaborías" espinas
con las que a las otras alejar.
Creyéndose negra
fue creciendo en una pradera
de muy blancas ovejas,
terminó descubriendo
que el color de la lana
no las hace mejores,
ni la suya, aunque negra,
a ella, la hace malvada,
a lo sumo, como mucho
tan solo diferente, mas,
con un corazón más blanco
que la luna más reluciente.
RMA
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