No vuelven a su cauce
las aguas derramadas,
ni las astillas al tronco
una vez desgajadas.
Tampoco retorna a su lugar
la estrella fugada,
o la manecilla del reloj
a la hora ya pasada.
No se puede volver atrás
ni vivir en el pasado,
los segundos, no se pueden borrar,
ni las cicatrices que nos han marcado.
Hay que aprender a soñar.
RMA
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